El futuro llegó, hacer rato: Estados Unidos reportó recientemente lo que ellos mismos definen como un golpe duro de parte de China a su industria minera.
Como dijeron, el gigante asiático inundó los mercados globales con insumos críticos, los precios cayeron y esto puso en riesgo proyectos de inversión en el Norte.
El impacto fue tal que la gestión de Joe Biden anunció que iba a proteger con dinero estatal sus proyectos en riesgo de ralentizarse o cerrar.
En medio de esta pelea, Argentina también se vio afectada: el desplome del valor del litio, que pasó de 80.000 dólares la tonelada a 12.000, se cobró el despido de al menos 100 trabajadores en Catamarca. Y serán más.
Estos movimientos, que involucran la política internacional, no son nuevos.
Guerra comercial
Se trata de un episodio más de la guerra comercial entre las grandes potencias, que incrementó su presión en la economía mundial desde la pandemia de Covid-19 en 2020 y también tras la guerra entre Rusia y Ucrania.
Jorge González, director de Promoción y Economía Minera, de la Secretaría de Minería de la Nación, habló con el medio Dinamicarg sobre cómo sigue el panorama internacional y cuál es el impacto que tiene a nivel local.
Para el funcionario, la base de todo está en que “los países están tratando de asegurar el abastecimiento de minerales para la transición energética”.
Con esto, se refiere a que cada Estado se metió en el tablero de oferta y demanda de productos, ya que deben asegurar que sus industrias cuenten con la materia prima para producir.
Es que es la primera transición en la historia que no está dada por un beneficio económico o porque surgió una tecnología que tiene más poder de calorías, sino que se pasa a una con menos poder, porque se busca cuidar el ambiente.
Eso implica que el cambio no se da por una mayor ganancia, si no por un bien diferencial como el cuidado del medio ambiente.
El mejor negocio
Mientras el mejor negocio sigue estando en las energías tradicionales, se espera que los Estados sean los encargados de invertir o cuidar sus producciones con dinero público, liderando el cambio.
El proceso tiene su origen en el protocolo de Kioto que se firmó en 1996, pero empezó a funcionar en 2005.
En ese momento se sentaron las bases de los objetivos internacionales para que el mundo baje sus emisiones de carbono a la atmósfera.
Para esto es necesaria una matriz energética menos dependiente de los hidrocarburos, generación de renovables, más transporte eléctrico y, también, los autos y vehículos eléctricos.
Todos estos cambios tienen como materias prima claves los minerales y en especial metales.
China juega fuerte
Tras el acuerdo internacional en Japón, China empezó a jugar más fuerte y antes que otros países o regiones del mundo.
Para cuando la mayoría de los países firmaron el acuerdo de París, Pekín ya era la principal potencia en este camino.